12 déc. 2011

LO QUE IMPORTA ES QUE EL BURRO TOQUE LA FLAUTA

 Lo que importa es que el burro toque la flauta.
     
  Después de tantos años buscando aprender y haciendo muchos errores al respecto, me remito al dicho popular del título del artículo.  Fui corredor de 800 metros planos en mi adolescencia, mi “personal best” fue 1:58 para la distancia a los 16 años.  Fui competir fallido de bicicleta, pero entré en algunas competencias cuando era niño y aprendí en su momento.  Nadador, porque en California teníamos que saber nadar y era más divertido que el regular P.E. (Physical Education).  Así que cuando cursaba mi resistencia de Psychiatry, algunos médicos la llaman Residencia,  pero en realidad es una resistencia.  Me escondí para poder hacer triatlón.  Mi mejor marca en un Olímpico non-drafting fue 2:26; mi mejor marca de 10,000 metros libres fue 38 minutos a la tierna edad de 36 años.  Hasta competí en un Campeonato del Mundo de Larga Distancia, Niza 2000, terminé el evento y me gustó mucho.  Me escapé literalmente del hospital para poder hacer la competencia.  Por lo que respecta a la Medicina, ésta fue una historia parecida, pero de mucho más éxito y diversión.  En el examen estadounidense de Psiquiatría-Neurología he estado en el percentil  81 y 84 respectivamente de sus estudiantes.  Trabajé-estudié  durante seis años en lo que se denomina “Upstate New York.”  Inclusive fui nombrado “co-chief resident “ junto con Diana Sanderson.  Hice los mapeos cerebrales para el departamento de investigación de la Universidad de Ginebra (Suiza) junto con reportes y demás investigación.  Tengo algo publicado al respecto.  Pero por qué menciono todo lo de arriba, porque tiene ver con que “el burro toque la flauta.”
       

Después de los 40 me volví viejo y traté de aplicar algo de lo aprendido.  Junto con Corinne fundamos la tercera versión de Team Oaxaca, pues tuvimos otros intentos en los 90 que fueron fallidos.  Empezamos con el mismo empeño a aprender, volvimos a la escuela, regresamos a la técnica, sin engaños.  Tardé siete años en aprender a correr con técnica, otro tanto igual para nadar con “algo” de técnica, lo mismo para la bicicleta.  Utilizamos todo tipo de utensilios con nuestros cuerpos.  Todo lo probamos pero sabiendo que “NO todos los caminos llegan a Roma.”  Solo el camino de la técnica.  

Ya lo sé todo. Ya estoy viejo; requiero que se perdure lo aprendido con las nuevas generaciones.  Entonces me doy cuenta que todo lo que he hecho y logrado no tiene importancia si no soy capaz de seducir para que “el burro toque la flauta.”  Comienza mi calvario y mi nuevo aprendizaje, “como hacer que el burro toque la flauta.”  Recurro ávidamente a mis ancestros para aprender esto, los judíos, comienzo con Derrida y el lenguaje; mis ancestros franceses, Baudrillard, “De la seduction.”  Me dejo seducir por ellos y me convierto nuevamente en judío-francés como mi bisabuelo.  Desde ahí comienzo esta aventura de “como hacer que el burro toque la flauta.”  Dejo de ser el “último norteamericano” como le digo a mis amigos gringos, para poder seducir con este nuevo juego.  Como diría el gran Lacan: “L’amour, l’amour, c’est  pour ça qu’on a inventé l’inconscient.”  Me engaño para renovarme e intentar nuevamente “que el burro toque la flauta.”  Conociendo que de  los pacientes trasplantados de corazón, solamente el 40% sigue las indicaciones en cuanto a dieta, ejercicio y toma de medicamentos.  ¿Crees que mis atletas tengan un porcentaje mayor de seguir las indicaciones que los pacientes trasplantados de corazón y así poder dominar la técnica y la táctica a la perfección? Todo esto es una nueva vida que no tiene que ver con mi anterior.  Todo debe ser seducción para hacer que el “burro toque la flauta.”  Como diría Umberto Eco: “Vivimos una época  de inocencia perdida.”  Y por otro lado, como diría Jorge Luis Borges, “ya me volví solo citas.”  

En fin, todo tiene que ver con el sentir y el hacer, nada se logra hablando. 

Sergio

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